ROBERTO FERNANDEZ BONILLO

Roberto Fernándezo nació el 5 de julio de 1962 en Bechí, Castellón. Debutó con el Villarreal en 1978 y al año siguiente, fichó por el Castellón. Tres años después se fue al Valencia, donde estuvo hasta 1986, cuando firmó por el FC Barcelona. En 1990 retornó a Mestalla y esta segunda etapa duró hasta 1995, cuando regresó al club de sus orígenes, el Villarreal. En el Submarino Amarillo estuvo hasta 1999, año en el que se fue al Córdoba CF para jugar sus dos últimas temporadas. En su palmarés tiene dos Copas del Rey y una Recopa de Europa. Con España jugó 29 partidos y marcó dos goles.

Desde julio del 2015 ejerce como secretario técnico del FC Barcelona.

Roberto vivió de primera mano el desencanto posterior a la final de Sevilla, la agitación del Motín del Hesperia y el origen del Dream Team

La pérdida de la final de la Copa de Europa de 1986 ante el Steaua de Bucarest ha sido uno de los golpes más dolorosos jamás encajados por el Barça. Lo tenía todo a favor para ganar la primera, pero la tanda de penaltis transformaría la ilusión en una depresión densa. Uno de los primeros que llegó con la intención de regenerar el equipo fue Robert Fernández, procedente del Valencia. El entrenador Terry Venables ya le había intentado fichar la temporada anterior. El centrocampista llamaba la atención por la potencia física,

el carácter, la polivalencia y la buena llegada desde la segunda línea. Era un buen rematador y dominaba el juego aéreo.

Del principio al fin de su etapa azulgrana sería indiscutible en las alineaciones. Tenía una ventaja: conocía bien el Club y la ciudad de la mano del histórico Josep Seguer, miembro del Barça de las cinco Copas, y su técnico de juvenil en el Villarreal. "En Barcelona estaba como en casa, tenía buenos amigos de la selección en el equipo y el entrenador apostó muchísimo por mí", aseguraba Robert en la Revista Barça de abril de 2013. A pesar de que acababa de superar una lesión bastante grave con el Valencia, su rendimiento fue elevado desde el primer momento. En poca consonancia con el del equipo, que sumó dos temporadas de pocos éxitos y muchos problemas extradeportivos. Como el que desencadenó el Motín del Hesperia, en abril de 1988. Prácticamente toda la plantilla, con el apoyo del entrenador Luis Aragonés (sustituto de Venables), solicitó la dimisión de la Junta por un conflicto con los pagos a Hacienda de los contratos de imagen de los jugadores. Explicaba Robert: "Fue una experiencia muy desagradable, que no deseo a ningún jugador. Se creó una situación muy mala entre los miembros del equipo y la Directiva. Marcó al grupo. Muchos compañeros salieron del Club mal sin merecerlo. El 70% se marchó y fue muy triste".

El valenciano sería de los pocos que entraría en los planes del nuevo entrenador, Johan Cruyff. De hecho, el Barça rechazaría una oferta del Tottenham de Venables por él (y más adelante otra del Inter de Milán). Así se vivió la revolución futbolística desde dentro: "Con Johan cambia el fútbol, los planteamientos son diferentes y se necesita tiempo. La asimilación fue un proceso lento y difícil. Tenía que variar una manera de entender el juego, con la línea de tres defensas, el portero jugando con el pie, salida desde atrás, extremos abiertos... Y al mismo tiempo teníamos que ganar partidos y títulos. Tenías que estar muy concentrado en el trabajo, fue una experiencia muy gratificante".

El papel de Robert seguía siendo principal. Quedó patente en la final de la Recopa en Berna contra la Sampdoria (1989). En el minuto 4, en el segundo palo, descolgaba un centro de Lineker desde la derecha y Salinas remataba al fondo de la red el primero de los dos goles que darían el título al Barça. El primero de la nueva era. Decía el centrocampista que aquello "dio fuerzas para creer aún más en lo que el entrenador quería". En la Liga, el mano a mano con el Madrid de la Quinta del Buitre subía de tono. Robert era de los que no se encogía ante nadie. Son recordados sus choques con Míchel, curiosamente su compañero de habitación en la selección española. Los azulgranas adelantaron a los blancos definitivamente ganándoles por 2-0 en la final de Copa de Mestalla de 1990.

El Dream Team despegaba, pero uno de sus presumibles referentes se quedó en el suelo. Tras una gira en Japón, el Barça continuaba la preparación de la nueva temporada en Holanda. Allí estalló la bomba. Robert no quería esperar más una mejora contractual apalabrada desde hacía años y volvió a casa. Una decisión amarga y que, pasado tanto tiempo, aún le costaba de narrar: "Llega un momento en el que los jugadores piden cosas y si el Club no responde se puede romper la cuerda. Los hay que lo solucionan pero yo no pude o supe llegar a un acuerdo. Salió la opción del Valencia, en la que el Barça también hacía una magnífica operación, y me fui". Añadía: "Ni yo me lo esperaba, todo se precipitó en la estancia en Amsterdam porque el Valencia lo quería cerrar rápido y pagó la cláusula. Creo que el Barça se pensaba que no me iría, pero soy una persona de palabra". La transacción, que dejó en las arcas del club azulgrana el triple de lo que había costado el de la Plana Baixa, cogió a todos por sorpresa. Incluso a un Cruyff que no entendía la elección. "No era un motivo deportivo, jugaba siempre", aclaraba.

Mientras el equipo de ensueño alcanzaba cotas inexploradas, Robert Fernández jugó cinco años en un Valencia un escalón por debajo del Barça y el Madrid. Posteriormente, ya reciclado como defensa, volvería al Camp Nou con la camiseta del Villarreal. Su vida ordenada y la inteligencia táctica le permitieron jugar en la élite hasta los 39 años, cuando se retiró en el Córdoba por culpa de una lesión, en 2001.

Nunca se ha alejado mucho del fútbol. Trabajó en la secretaría técnica del Valencia y del Atlético de Madrid, en la coordinación de la base che y fue entrenador del Córdoba, el Orihuela y el Alzira. Residente en Rocafort (Valencia), nadie le quita largas escapadas semanales con la bicicleta. Además, ha colaborado en diversos medios de comunicación, juega al fútbol indoor con los veteranos y, cuando la agenda se lo permite, participa en los campus de la FCBEscola. Últimamente era delegado en Catalunya de una empresa de representación. Siempre se ha identificado con los colores azulgrana y visitaba Barcelona casi cada semana. La ciudad que dejó en 1990 en pleno lanzamiento. Era consciente de ello: "Aquel equipo era muy bueno, una delicia verlo. Muchas veces te das de las cosas cuando no las tienes o desde la distancia".

Desde el 16/6/2013
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