Joan Laporta está consiguiendo que gran parte del barcelonismo esté asqueado con la polítización continua que está sufriendo el Fútbol Club Barcelona.
Nada más aterrizar en las oficinas del Camp Nou después de una inesperada victoria en las urnas ante Lluis Bassat, Joan Laporta, además de incumplir su promesa de fichar a David Beckham -¡menos mal!-, y tener el gran acierto de fichar a Ronaldinho Gaucho, ¡Gracias Rosell! estaba aburrido y no se le ocurrió otra cosa que
retirar la bandera española de La Masía ignorando así a millones de españoles que son aficionados del Barça y que ven como su equipo no hace más que despreciarles e ignorarles. Por si fuera poco, el destacado dirigente catalán engañaba a la sociedad catalana y española como si fueran tontos y decía que la ausencia de la bandera rojigualda en el Camp Nou estaba justificada por los trabajos de mantenimiento del estadio, a lo que añadió a renglón seguido que "Me da la sensación de que alguien quiere crear polémica".
Poco más tarde nos contaban la importante conexión entre Joan Laporta y conocidos dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya. Muy respetable teniendo en cuenta que presidentes como Lendoiro, Horacio Gómez, Jesús Gil -descanse en paz- o Florentino Pérez indirectamente, también están o han estado involucrados en política. La diferencia entre Laporta y el resto de máximos mandatarios del fútbol es que Laporta mezcla churras con merinas. Es decir, utiliza el fútbol como escaparate a sus ideas y medidas independentistas, y se aprovecha de la política para obtener un respaldo institucional para el Barcelona. Los resultados son obvios: Laporta Dimissió! dicen los carteles que empapelan buena parte del exterior del Camp Nou. Las pancartas que adornan las gradas no son mucho más esperanzadoras para el presidente barcelonista. Desde las «Laporta mentider» (Laporta mentiroso), hasta las Laporta = Figo.
Y todo esto en medio de la doble polémica suscitada a consecuencia de su cuñado y ex directivo del Fútbol Club Barcelona, Alejandro Echeverría y el famoso espectáculo «Correllengua» ofrecido el pasado sábado en el centro del terreno de juego.
Si la dimisión de Echeverría debido a su filiación política y a su pertenencia a la Fundación Francisco Franco había puesto el candado a las fuertes críticas provocadas por la permanencia de este directivo, el patético espectáculo ofrecido el pasado fin de semana en el Camp Nou no solo crispó las bases del equipo barcelonista. El gobierno de la Comunidad Valenciana y el gobierno balear calificaron de campaña "fascista" la ofrecida por la Coordinadora de Asociaciones para la Lengua Catalana (CAL) apoyada por el club barcelonista, quienes desplegaron una pancarta en favor de la promoción de la lengua catalana y un mapa donde aparecía la Comunidad Valenciana dentro de los "países catalanes".
Las discrepancias van más allá de la Administración y el ex Presidente del Valencia Jaime Ortí es un ejemplo de ello:
"Ya le conocemos. Fue una reacción cobarde. Distrajo la atención de su gente colocándose en un lío tremendo que no tiene nada que ver con los catalanes. Lo hizo para demostrar que es más nacionalista que nadie después de la semana que ha pasado. Es un fascismo claro. Querer incorporar a otra gente diferente a su nacionalidad es lo último."
Su negativa personal a que se exhibiera una pancarta a favor de Madrid 2012 en el Camp Nou, pero la del mensaje Freedom for Catalonia son otras de las hazañas del expañolista Joan Laporta.
Pero no se pierdan lo mejor, Laporta quiere asistir al debate del Estatut por considerar imprescindible la presencia del presidente del Barça el día de arranque estatutario en el Congreso de los Diputados según Tomas Guasch.
Fueron muchos los medios de comunicación que a la llegada de Laporta a la Presidencia del Barça rumorearon sobre la afinidad de su mujer, Costanza, al Partido Popular. Si esto fuese verdad, no me quiero imaginar lo mal que lo debe estar pasando la pobre mujer mientras ve que su marido no hace más que enfrentar al barcelonismo con el resto de España aún a sabiendas de los millones de españoles que, como yo, sentimos los colores azulgranas.
No acabo de asimilar el papel de este Barcelona. Un equipo que presume de haber ganado la liga española en 17 ocasiones no puede tomar posiciones tan radicales como apoyar la independencia de Cataluña con mensajes subliminales como "Visca els Paisos Catalans Lliures" (Viva los Países Catalanes libres) o Freedom for Catalonia.
Hoy nuestra posición como barcelonistas es mucho más complicada que en tiempos de Núñez o Gaspart, Laporta parece no aceptarnos entre su afición. Perioidistadigital.com

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