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El F.C. Barcelona se hizo con su 16 título de Liga, después de un partido contra el Alavés, que demostró la superioridad con la que los pupilos de Van Gaal han jugado en los últimos partidos de Liga. El partido venía precedido por dos rachas: el Alavés llevaba 7 partidos sin perder en casa, mientras que el Barcelona acumulaba otros 10 sin conocer la derrota.Figo, cuando las gradas comenzaban a rugir animando a su equipo, estuvo a punto de marcar uno de los goles más tempraneros de la Liga, con un globo, antes de que el cronómetro llegase al primer minuto, que no llegó a las redes de la portería defendida por Tito. El Alavés comenzó aguerrido, peleando y presionando detrás de la línea de centro del campo. El Barça lo intentaba al toque, casi siempre por la derecha, con un Figo, que parecía estar haciendo un monólogo: él tiraba, el pasaba, sobre él se |
| realizaban las primeras faltas del partido. El encuentro afrontó el minuto 10 con un toma y daca nervioso, que convertía el choque en un partido de futbolín. El Alavés tenía la defensa muy adelantada, y eso unido a que el campo había sido estrechado 1 metro en cada banda, dificultaba las acciones de un Barcelona que con paciencia cambiaba el juego de un lado a otro buscando el hueco que le llevase hasta su 16 título de Liga. La posesión del balón era totalmente blaugrana, y el tan comentado enfrentamiento Guardiola-Gerard se decantaba a favor del jugador culé. Parecía que el gol no tardaría en llegar, pero la defensa vitoriana no se venía abajo. El minuto 20 significó un cambio en el partido: el Alavés se desmelenó moderadamente, y Sívori empezó a poner en apuros al holandés Hesp con sus disparos. Por su parte, Salinas, con esa aparente torpeza, que tan temido le ha hecho en todos los campos españoles, parecía acercarse al gol; y así en el minuto 37, y tras un buen contragolpe, tuvo la gran ocasión local de esta primera mitad, Hesp volvió a abortar el tiro del delantero vasco. La máxima futbolística por la que el que desaprovecha sus oportunidades lo acaba pagando, se materializó dos minutos después cuando el rechace a un tiro a bocajarro de Kluivert fue aprovechado, en semifallo, por Cocu.El gol del Barça puso nerviosos a los locales, e Ibon Begoña estuvo a punto de marcar en propia meta. Antes del descanso, Guardiola, con la batuta en la mano, le dio un pase perfecto a Rivaldo, pero el brasileño mandó el balón alto, aumentando la emoción para el segundo periodo. La sentencia y el título.-El Alavés comenzó con nuevos bríos este periodo, pero el espejismo desapareció en el minuto 5, cuando Rivaldo volvió loco a su par, por la izquierda, para centrar después a un Kluivert, que de cabeza hizo el gol, que puso el "campeones, campeones", en la parte blaugrana de las gradas. Los de casa no bajaron la cabeza. En el minuto 63,Pablo tiró una falta para que Hesp volviera a demostrar su facultades, desviando el balón.El partido transcurría entre la anécdota y el "centrocuentismo" cuando un crack portugués llamado Luis Figo (probablemente el mejor fichaje de un club, en los últimos años) marcó, con el interior de la bota, un golazo desde fuera del área. El Alavés, tras el 3-0, era un pelele en las manos de un Barcelona, que se dejaba llevar a la espera de un pitido final que le daría el 16 título de Liga. De todas formas, no conviene olvidarse de Salinas, y un buen centro de Ibon Begoña hizo que Frank de Boer regalara el gol al vasco, que fusiló a Hesp. De ahí al final, un gol de Luis Enrique, marcado con una facilidad que era metáfora del deambular, casi impoluto,con el que el Barça ha caminado en esta segunda vuelta | |
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El FC Barcelona aprovechó su primera oportunidad para asegurar su décimo sexto título de Liga al vencer al Deportivo Alavés, al que vapuleó con un contundente 4-1 en Mendizorroza, estadio que había sido un feudo inexpugnable en la segunda vuelta del campeonato. El conjunto del holandés Louis Van Gaal impuso su gran superioridad técnica y su efectividad ante un equipo alavesista que solamente pudo oponer un tremendo derroche físico a lo largo de todo el encuentro. La primera jugada del Barcelona dejó bien a las claras las intenciones de los azulgrana. Patrick Kluivert recibió un pase en profundidad de Sergi Barjuan y el centro del holandés no pudo ser rematado por el portugués Luis Figo por escasos milímetros. Los primeros veinte Minutos del encuentro fueron de neto color catalán |
| Anteun Alavés muy atrincherado en su parcela, aunque volvió a tener en el veterano Julio Salinas a su máximo exponente en ataque. Mediada la primera parte, el Alavés despertó de su letargo y el inicial dominio barcelonista dejó paso a sus mejores minutos. Sivori y Gerard fueron los protagonistas de las primeras jugadas de peligro del equipo vasco, pero fue nuevamente el incombustible Julio Salinas quien pudo adelantar a su equipo en el marcador, pero su disparo fue bien neutralizado por el meta holandés Ruud Hesp, que desbarató la mejor acción atacante local. Un minuto después, en el 39, el holandés Philip Cocu aprovechó una indecisión del portero Tito en su salida y anotó el gol que presagiaba ya el título para el Barcelona. Los últimos compases del primer periodo fueron un calvario para los de Mané, que acusaron el mazazo del gol. El conjunto de Van Gaal volvió a demostrar su superioridad tras el descanso y de esta manera sentenció la confrontación por la vía rápida, con dos goles de Kluivert, tras una magnífica jugada del brasileño Rivaldo por la izquierda, y de Figo, que empalmó un gran derechazo desde unos treinta metros.Fue un castigo quizá excesivo para un Alavés voluntarioso que acortó distancias con un gol de Julio Salinas, en el minuto 76, tras un error defensivo del Barcelona. Sin embargo, el equipo azulgrana completó su exhibición con un gran tanto del gijonés Luis Enrique a falta de poco para el final, que vino a certificar el décimo sexto título de Liga para el cuadro barcelonista, que demostró una vez más su innegable potencial futbolístico que ahora deberá ratificar en Europa | |
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Las hechuras de un equipo campeón se demuestra, entre otras muchas cosas, por su capacidad de respuesta. Y cuando se está bajo presión, como anoche el Barça, mucho más. El equipo azulgrana, sabido era, salía al estadio de Mendizorroza con la premisa de sumar los tres puntos. Si lo hacía, se proclamaría matemáticamente campeón de Liga. Estaba todo, pues, en sus manos. En este caso, en sus pies. Y este Barça, que durante la larga travesía liguera ha sufrido como pocos y ha disfrutado como nadie, no falló. Ante un rival correoso, disciplinado, de gran capacidad física y táctica, que se jugaba su ser o no ser en Primera División, el Alavés, se adjudicó una victoria brillante, consiguiendo un triunfo que ya está escrito con letras de oro en la historia del FC Barcelona. Al Alavés no le sirvió de nada estrechar el campo un metro por banda. Sí pudo, sobre todo en la primera mitad, cercenar un poco la salida de balón del Barça, ahogarlo en las bandas, por donde no entraban con claridad Figo ni Rivaldo. Incluso logró que los de Van Gaal tuvieran poca profundidad en algunos momentos merced a la agobiante presión ordenada por Mané, un brillante estratega. Todo eso, sin embargo, era |
| circunstancial, porque cuando un conjunto atesora tanta calidad y cuenta con semejante nómina de fueras de serie, el gol, el triunfo, es cuestión de minutos. Y de efectividad. El fruto siempre cae cuando está maduro. Sí, porque justo un minuto después de que Julio Salinas, el eterno Julito, le perdonara un gol a Hesp, que despejó muy atento, llegó el primer tanto del Barça. Ya era tarde, casi el minuto cuarenta. Y, además, constituía el primer disparo entre los tres palos, serio, del Barça. Así es, pero, al fin y al cabo, fue gol. Cocu, que hasta entonces se había emparejado con Gerard, llegó desde atrás para rematar, con la derecha, un rechace de Tito. Quienes deseen rizar el rizo dirán que el colegiado andaluz Japón Sevilla le echó una mano al Barça perdonándole la tarjeta roja a Guardiola. Puede ser, si bien conviene aclarar que la primera tarjeta amarilla que vio fue totalmente injusta. Esos mismos ojos parciales sostendrán que hubo penalty de Cocu a Pablo. Tampoco existe, pues el jugador local se dejó caer. Lo que sí hubo fue una clarísima ocasión de gol de Rivaldo cuando ya expiraba el primer período. Era lógico. El Alavés tenía que hacer algo más que esperar atrás (sólo Salinas jugaba en punta) y estirando sus línea empezaba a dejar más espacios. Unos huecos vitales para alimentar la inspiración de Guardiola, por ejemplo, que le puso al brasileño un balón de oro. ' Esta fue la tónica del resto del partido. Con 0-1 el Barça se sentía y se sabía campeón. El Alavés, con dos medias puntas muy trabajadores (Gerard y Sivori) iba detrás del balón como un ratón tras un pedazo de queso. El Barça, en eso, es consumado maestro. Lo sabe tener, moverlo y darle la circulación y velocidad justa. Bastó una pelota en profundidad a Rivaldo para que el brasileño dejara sentado a Berruet, centrara con matemática precisión y Kluivert, llegando, rematara de cabeza de forma impecable. Era el 0-2. Ahí murió el partido. Y eso que todavía quedaban cuarenta minutos de partido. En ese momento el Barça se acababa de proclamar, matemáticamente, campeón de Liga. Lo que siguió fue un homenaje al buen fútbol. Un homenaje a una plantilla, no sólo a un equipo, que supo resucitar a tiempo para agarrarse a la ilusión de ser campeón. Allá por el mes de diciembre parecía imposible, con el Mallorca a nueve puntos de distancia. Y anoche, todas aquellas lejanas pesadillas se tornaros en sueños hechos realidad. En sueños de gloria, euforia y felicidad. La misma que sintió Figo cuando, a los sesenta y siete minutos, logró un golazo marca de la casa. Escorado a la izquierda fue avanzando hacia su derecha para soltar un tremendo zapatazo, con rosca, que se coló en el marco del Alavés con elegancia y un efecto endiablado. Con 0-3, Van Gaal introdujo un cambio lógico. Guardiola, que había rozado la expulsión al tocar el balón con el brazo, fue sustituido por Pellegrino. Frank de Boer pasó al lateral izquierdo, Sergi se adelantó y Cocu pasó a desempeñar el papel de Pep. El Alavés, honrado en su trabajo, serio en el campo, obtuvo la recompensa del gol del honor. Fue obra del hombre que más lo intentó, Julio Salinas. Ya agonizaba el encuentro, en plena fiesta del barcelonismo, cuando Luis Enrique agrandó el orgullo de la afición anotando el cuarto tanto. Su fue al córner, levantó el banderín y se unió a la celebración de los 4.500 culés que estuvieron en Mendizorroza. Un campo que ya forma parte de la historia del Barça. | |
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Estamos en fechas de reparto de premios. Los mejores de Europa desfilan estos días por el escenario. El Manchester United ya se ha llevado dos diplomas, el de Liga y el de Copa del país de los inventores, y aún estamos expectantes por ver si se lleva también el de campeón de Europa, que se lo disputa el Bayern, campeón, a su vez, de la Liga. En Italia dan hoy el diploma gordo, que no sabemos si será para el Lazio o el Milán, y anoche mismo entregamos aquí el de campeón de Liga al Barça. Que lo recogió, como mandan los cánones, con su mejor ropa, su mejor peinado, sus mejores modales y su mejor sonrisa. Impecable en su uniforme del Centenario, alineación de gala, fútbol esforzado y brillante, goles como soles y los papás (Núñez y Casaus) sentados en la sala, reventones de orgullo, porque no era para menos. Así se canta un alirón, sí señor. Con éste, ojo, van seis en la última década. Por mucho que recordemos que tres de esos seis llegaron 'in extremis', no cabe duda de que el Barça ha sido el equipo de la década. Días de reparto de premios, decíamos, y hasta ahora los que han salido al escenario son los primeros de la clase. Otros esperan aún, ilusionados o melancólicos, según el caso. Entre los últimos está el Madrid, que aún no sabe si le van a dar diploma con derecho a la Champions League por la puerta delantera, o si por la puerta trasera o si tendrá que conformarse con la UEFA. Esta |
| tarde juega contra un rival apuradísimo y contra un maleficio. Y también, indirectamente, contra Mallorca, Celta, Deportivo y Valencia. Rivales más ilusionados, porque lo que para el Madrid es un premio menor, un consuelo, para ellos es casi el colmo de sus aspiraciones. O sea: que ya hemos entregado el diploma al primero de la clase, pero la ceremonia sigue y lo que falta no carece de interés. | |
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Fue una explosión. Una celebración espontánea. La expresión de muchos sentimientos contenidos. Los futbolistas del Barça se plantaron en Vitoria, vencieron 1-4 en la primera ocasión que dependían de ellos mismos. Y desataron la euforia en el césped de Mendizorroza, m0ientras la afición salía a la calle en toda España. El Barça, el mejor equipo de la década, acababa de lograr la Liga del Centenario, tres jornadas antes de que acabara el campeonato. Y el básket, y el balonmano y el hockey habían completado el año más grande. La temporada en la que se conmemoraban los cien años después de su fundación, el Barça lograba un resultado histórico.Este Barça merece el homenaje, mañana, que se le tributará en la plaça Sant Jaume. Hay que celebrarlo a lo grande. Ayer fue el día del fútbol. De ese equipo que se puso líder el 24 de enero y que no ha dejado de serlo hasta proclamarse campeón. Esos futbolistas que le dieron la vuelta a la crisis de diciembre (hoy también habría que recordar a Xavi y su gol de Valladolid) desataron la |
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euforia, porque también fue una reivindicación. Ayer, en el césped, dónde hablan, se concentraron en un círculo de alegría incontenible para gritar, sin decirlo, que ese equipo, que ese grupo ha demostrado que también juega por prestigio, por la camiseta, por el escudo, para que la gente disfrute, salga a la calle, vibre con ellos. Ayer dieron una lección de profesionalidad venciendo con un contundente 1-4 en un campo dónde los grandes de esta Liga habían caído. La explosiva celebración de los juugadores del Barça no fue una humillación para nadie, aunque Julio Salinas lo entendiera así. Fue la expresión sincera de un triunfo. Y así debe entenderse. También fue un día de alegría desbordaba para Van Gaal, el técnico que ha encadenado dos Ligas consecutivas en sus dos primeras temporadas. Y para Núñez, el presidente que mantuvo a Van Gaal en la peor época, tomando una decisión que ha resultado ser clave para la conquista del título. --> Ir a la pagina 2 |
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