Rafael Albertí publicó y dedicó un poema al guardameta azulgrana Platko. El extraordinario poeta gaditano quedó prendado de la actuación del porteo azulgrana en la final de copa de 1928. Poneros en situacion de la fecha por la retorica. A los administradores les ruego que entiendan los espacios en blanco pues he intentado ser lo más fiel posible, al igual que con las mayusculas.
Espero que os guste y la leais;
ODA A PLATKO
Ni el mar que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia, ni el viento que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko, Platko, rubio Platko de sangre, guardameta de polvo, pararrayos.
No, nadie, nadie, nadie.
Camisas azules y blancas sobre el aire.
Camisetas reales contrarias contra ti, volando y arrastrandote.
Platko, Platko lejano, rubio Platko tronchado, tigre ardiente de la hierba de otro pais,
Tú llave, Platko, tu llave rota, llave aurea ante el portico aureo.
No, nadie, nadie, nadie se olvida de Platko.
Volvió sus espaldas al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon, apagadas sin viento.
El mar, vueltos los ojos, se tumbó y nada dijo.
Sangrando por los ojales, sangrando por ti Platko, sangrando por Hungria, sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto. Temieron las insignias. No nadie, Platko, nadie se olvida.
Fue la fuente del mar, fueroon diez rapidas banderas incendiadas sin freno. Fue la fuerza del viento, la vuelta al corazon de la esperanza. Fue tu vuelta, azul y grana heroico, mandó el aire en las venas. Alas blancas y celestes, rotas alas combatidas por Platko, alas sin plumas encayaron en la hierba. Y el aire tuvo piernas, tronco, cabeza y extremidades. Y todo por ti Platko, rubio Platko de Hungria. Y en tu honor por tu vuelta, porque volviste el pulso perdido a la pelea en el arco contrario al viento abrió una brecha.
Nadie, nadie se olvida, el cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan. Las insignias, las doradas insignias, flores de los ojales cerradas, y por ti abiertas. No, nadie, nadie se olvida; Platko. Ni el final; tu salida, oso rubio de sangre desmayada en hombros por los campos.
Oh, Platko, Platko, Platko de Hungria, tú tan lejos de tu Hungria. ¿que mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida, no nadie, nadie, nadie.
RAFAEL ALBERTI