Paco Fortes, otro grande que lo dio todo por nuestros colores y que atraviesa por serias dificultades.
El mismo día que el Bernabéu enloquecía con la presentación de Kaká, que Barcelona retumbaba con el concierto de U2, que Mesalles dejaba a Laporta como mentiroso y colocaba involuntariamente en primer plano a Guardiola o Begiristain (miedo me da) viajaba a Asturias para conversar con David Villa, una pequeña y marginal noticia daba cuenta de que un tal Paco Fortes sobrevive a la miseria, a la más absoluta de la pobreza y que, gracias a la ayuda de la Agrupació Barça Veterans empieza a salir adelante, trabajando en el puerto pocos meses después de resguardarse del frío durmiendo en una camioneta, el único bien material que le quedó de su carrera deportiva.
Fortes, el Feo, aquel extremo ambidiestro que tuvo un explosivo pero fugaz paso por el Barça a mediados de la década de los 70 y que redescubrimos, ya mayores todos, haciendo historia en Portugal, como entrenador de un modesto Farense al que desde el banquillo llevó a Europa después de ser considerado el mejor futbolista de su historia. El Feo Fortes, aquel tipo que al que pundonor, mala leche y entrega no bastaron para hacerse un hueco fijo en la plantilla del Barça pero que formó parte del once que ganó la primera Copa del Rey tras la dictadura y de la plantilla que nos hizo llorar en Basilea, con aquella Recopa que hoy a muchos les suena a prehistórica y caduca por la bonanza que disfruta este club en la actualidad.
No somos nada. Ni quienes nos mantenemos a flote merced a un mayor o menor sueldo, suspirando por no caer en la depresión laboral de un 'ere' cualquiera ni, tampoco, los que algún día se bañaron en la ostentación y que, sin saber cómo, se descubrieron a si mismos en la mayor de las miserias. Es famoso el caso de Julio Alberto, a quien la providencia, en el último momento, salvó del desastre al que se había condenado él mismo. Y hay no pocos más ejemplos de futbolistas que tuvieron fama, dinero y poder para perderlo de manera lamentable. Y en esas cayó Fortes, ese loco bajito que un día, hace más de tres décadas, asomó por el Camp Nou procedente de Fabra i Coats con la esperanza de hacerle la competencia a Rexach.
En la revolución inacabada que pretendió dirigir Hennes Weisweiler en el Barça, destacó su apuesta por la cantera. Aquel entrenador alemán al que Johan Cruyff echó del club, apenas si tuvo tiempo de empujar al primer equipo a José Vicente Sánchez, Miquel Mir, Paco Fortes o Miquel Corominas. De todos ellos, sólo el primero hizo historia en el Camp Nou como centrocampista o lateral derecho, , jugando más de 400 partidos en once años; Mir, tras un fugaz paso por el Barça y tras no triunfar en Santander o Valladolid, se retiró en el Terrassa, Corominas se hizo hueco en el Salamanca para retirarse en el Espanyol antes de iniciar una trayectoria como entrenador de categorías modestas y Paco Fortes, el Feo, tuvo una irregular carrera en España en Málaga, Espanyol y Valladolid, hasta que en 1984, ya con 29 años, se decidió a probar suerte en un modesto y desconocido club portugués llamado Farense.
Allí, en Portugal, quien ayer se enteró de su triste presente no puede por menos que echarse las manos a la cabeza. Porque Fortes es, en tierras lusas, una especie de ídolo en la modestia. Cinco años como futbolista y nueve como entrenador le llevaron a la gloria. Metió al equipo en una final de Copa en 1990, lo colocó en la quinta posición liguera en 1995 y llegó a jugar una Copa de la UEFA, algo impensable en un club que contemplaba la zona media del fútbol portugués como una quimera. Hoy el Farense, destrozado por asuntos financieros que le llevaron a la quiebra, revive en la quinta categoría del fútbol luso y Paco Fortes lo hace en el puerto de Barcelona. Porque desde que en 1999 se peleó con los dirigentes del club de Faro, la suerte decidió darle la espalda y 'algo' impidió que culminasen unas negociaciones que había iniciado con el Boavista. Su estrella fue apagándose en clubs de segunda fila hasta que una frustrada experiencia en Marruecos y otra fracasada en el Pinhalnovense le expulsaron del fútbol.
Fortes ni es el primero ni, por desgracia, será el último que pasa de la cúspide al infierno. Pero para los que, de niños, le vimos correr por la banda del Camp Nou es alguien que forma parte de nuestra historia particular. Puede, probablemente, que sea invisible a ojos del faraónico fútbol de hoy en día, pero siempre será uno de esos tipos que a uno le hacen regresar, aunque sea por un instante, a esos días de la niñez, a la alegría de aquella Copa ganada a la UD Las Palmas o a la frustración de la una noche que no se pudo remontar al PSV.
Ojalá la vida te de otra oportunidad, Feo